Category: Mujeres rurales

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Mujeres rurales del mundo, uníos

Artículo publicado en Arainfo el 17 de octubre de 2015.

El pasado 15 de octubre se celebró el día de las mujeres rurales, esas trabajadoras invisibles que alimentan el mundo. Sin embargo, a pesar del trabajo y la responsabilidad que cargan a diario sobre sus hombros, y aunque representan una cuarta parte del conjunto de la población mundial, son las grandes olvidadas. De hecho, ni siquiera en su día lograron colarse en las portadas de los periódicos para recordar al mundo que sus manos dan calor al marginado medio rural.

La verdad es que se me cae el alma a los pies cada vez que veo el machismo generalizado de la sociedad en la que vivimos, y como ese patriarcado es aún más fuerte en el ámbito rural. En el año 2015 lo sufrí en mis propias carnes, cuando me excluyeron de un proceso de selección de un empleo de veterinaria por el sólo hecho de ser mujer, así me lo hizo saber la telefonista –mujer- “es que queremos que sea hombre”, me dijo, y me quedé congelada. Sigo sin entender qué extraña relación hay entre el cromosoma Y y dar asistencia veterinaria en una granja de gallinas. Pero por desgracia, es algo generalizado. Siempre pensamos en hombres cuando pensamos en ganaderos o en agricultores, y cuando la prensa tropieza con una mujer que se dedica a estas profesiones, la entrevistan como si estuviesen ante un hecho insólito que no se sabe cuándo volverá a repetirse. El asombro es aún más acentuado si la mujer se dedica al caso de la ganadería: como si una fémina no pudiese sacar a pastorear a las ovejas o llevar una explotación por el simple hecho de ser mujer.

Sin embargo, la ONU señala que en los países en vías de desarrollo las mujeres rurales representan el 43% de la mano de obra agrícola y producen la mayor parte de los alimentos disponibles. Además, cabe señalar que el 76% de la población mundial que se encuentra en situación de extrema pobreza vive en zonas rurales. Si todas esas mujeres se uniesen para plantar cara a las injusticias que padecen, si decidiesen declararse en huelga, y no tuviésemos que comer, entonces, el mundo vería que no somos nada sin ellas, y que están mucho más presentes de lo que nadie imagina.

Hace falta un empoderamiento del medio rural, que deje de estar subordinado a las necesidades urbanas y que las decisiones que le afectan dejen de emitirlas quienes no han pisado nunca el campo, desde unos despachos muy céntricos y elegantes, en ciudades muy grandes, desde donde, a pesar de los grandes ventanales, ni siquiera se intuyen las huertas, ni los tractores, ni se oye cantar a los gallos anunciando el amanecer. Pero ese empoderamiento rural no será sin el empoderamiento de las mujeres. Porque nosotras somos la sístole que hace latir la tierra.

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Sin mujeres no habría medio rural

Recuerdo que cuando cursaba en la carrera la asignatura optativa Patología de la nutrición de grandes animales y de granja, el profesor nos contó en una de las clases que en las explotaciones de ovino en las que trabajaban mujeres, el índice de mortalidad de los corderos era mucho menor, ya que estaban más pendientes de encalostrarlos, darles el biberón cuando la madre no los amamantaba, y separarlos en cuanto había algún caso de diarreas. “Quizás se deba al instinto maternal”, nos decía, o quizás, simplemente, a que se toman más en serio su trabajo.

El caso es que la mujer ha sido siempre la gran olvidada, en el medio rural y fuera de él. Siempre detrás de los hombres, y siempre con todas las faenas a la espalda. Cuando hice el estudio sobre Etnoveterinaria del Valle de Tena y Tierra de Biescas, la mayoría de las mujeres mayores a las que entrevisté, dejaban que fuesen los hombres quienes hablasen, y, si acaso, si veían que ellos no estaban diciendo algo que ellas sabían, se les escapaba de la boca alguna palabra. Cuando a continuación les preguntaba mirándolas a ellas y exclusivamente esperaba su respuesta, nerviosas, me decían, “que te conteste él, que sabe más, que ha estado siempre en el campo”. Sin embargo, aunque no quieran reconocerlo, son las mujeres rurales las que nos han transmitido el patrimonio cultural y gracias a quienes se ha conservado.

A pesar de que siempre sean ellos quienes den la cara, en quienes pensamos cuando hablamos de ganadería y agricultura,  los que salen en los reportajes y en las entrevistas, y, muy a menudo, los que tienen a su nombre la explotación agraria; son las mujeres las que se han hecho cargo de la casa y las que han criado a los hijos. Las que salían a llevar la comida, se hacían cargo de la huerta, de los animales que había en casa, las que, además, se dejaban la piel en el campo siempre que era menester. Es más, hay quien para recolectar ciertas frutas, sólo contrata mujeres, por ser más cuidadosas. Lo mismo pasa en muchas ganaderías, donde sólo se fían de mujeres para ordeñar a sus vacas.

Son las mujeres quienes fijan población en el medio rural y le dan continuación. En definitiva, las que dan vida a un entorno olvidado y moribundo.

Gracias, mujeres rurales. Todos los días deberían ser vuestro día.

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