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Etnoveterinaria en el Valle de Tena y Tierra de Biescas

En el año 2015 realicé mi Trabajo Fin de Máster, tutorizado por Concepción Obón, de la Universidad Miguel Hernández, sobre Etnoveterinaria en el Valle de Tena y Tierra de Biescas, en la comarca del Alto Gállego (Huesca). El año pasado publicamos un artículo sobre el trabajo en la Revista Lucas Mallada del Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA), que podéis encontrar aquí. (más…)

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Cabalero. Un viejo pastor del Pirineo

Cabalero. Un viejo pastor del Pirineo

En diciembre de 2017 vio la luz la reedición de un libro único e imprescindible para todas las personas interesadas en la ganadería extensiva y el etnopastoralismo, se trata de Cabalero. Un viejo pastor del Pirineo, escrito por Enrique Satué y reeditado por PRAMES. Esta obra es el  resultado de una larga relación de amistad y aprendizaje entre un pastor tradicional del Alto Aragón y un estudioso de la Etnohistoria, y en él se desgrana el universo personal de Antonio Oliván Orús, de Casa Cabalero de Aso de Sobremonte (Huesca), como depositario de la esencia de la sociedad agro-ganadera tradicional del Pirineo. En esta edición mejorada y ampliada se ha incluído también una introducción en la que se analiza la situación actual de la ganadería extensiva en el Pirineo, trenzada en base a numerosos testimonios de pastores y veterinarios. (más…)

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Cuando el futuro depende de no perder el pasado

Hoy, miércoles 16 de septiembre, defiendo mi trabajo fin de máster. Ha sido un trabajo en el que he invertido mucho tiempo pero en el que, sobre todo, he aprendido muchas cosas. Lo más importante, es que he aprendido cosas que -aún- no están en los libros. Lo cual, también me hace preguntarme cuántas cosas habrán quedado sin documentar y descansarán para siempre en algún cajón de la historia.

[cml_media_alt id='722']Entrevistando a Pedro José Gericó, de Sallent de Gállego[/cml_media_alt]

Entrevistando a Pedro José Gericó, de Sallent de Gállego

El trabajo que hoy defiendo se titula Etnoveterinaria en el Valle de Tena y Tierra de Biescas. La etnoveterinaria es el conocimiento y/o la aplicación de remedios naturales, transmitidos de forma oral y dirigidos a la prevención y a la curación de las enfermedades de los animales. Es decir, la etnoveterinaria estudia cómo se curaba a los animales cuando no había industrias farmacéuticas. Este tipo de estudios cobran gran interés ahora que está aumentando el número de ganaderos que optan por sistemas de producción ecológicos, dado que el Reglamento vigente de Ganadería Ecológica (CE) Nº 834/2007 (CE, 2007) señala que “se utilizará preferentemente la fitoterapia, que utiliza plantas medicinales en forma de esencias y extractos y la homeopatía, que permite tratar al animal sin dejar residuos en sus productos; los sistemas de cría se basarán en la utilización máxima de los pastos, según estén disponibles a lo largo del año, teniendo que estar constituida la ración diaria, al menos un 60% de la materia seca por forrajes”. Motivos por los que resultan imprescindibles este tipo de trabajos que ponen al alcance de ganaderos y técnicos recursos muy accesibles pero cada vez más desconocidos.

[cml_media_alt id='717']El agua de la decocción del barrabón se utiliza para cicatrizar las heridas[/cml_media_alt]

El agua de la decocción del barrabón se utiliza para cicatrizar las heridas

Para la elaboración del estudio, se han realizado 31 entrevistas a 30 informantes, se han registrado un total de 92 elementos empleados con fines medicinales, reproductivos o de producción animal en el Valle de Tena y Tierra de Biescas (79 taxones vegetales diferentes pertenecientes a 47 familias botánicas, 16 remedios de origen vegetal, 1 hongo, 13 remedios de origen animal, 9 minerales, 2 químicos y 8 manipulaciones u otros remedios).

Sin embargo, un 43% de las personas entrevistadas tiene más de 80 años, mientras que menos de un 17% tiene menos de 60 años. La media de edad de los informantes es de 74 años, lo que pone de manifiesto la avanzada edad de las personas con conocimientos en esta materia, y por tanto, la situación de peligro de extinción en la que se encuentran estos saberes, que son, ahora, más necesarios que nunca debido a la necesidad de alternativas a los productos farmacéuticos.

[cml_media_alt id='721']La piedra de Ordovés es utilizada para curar múltiples males, tanto de personas como de animales.[/cml_media_alt]

La piedra de Ordovés es utilizada para curar múltiples males, tanto de personas como de animales.

Ha sido, desde luego, un trabajo precioso, en el que 30 personas, que no me conocían de nada, decidieron compartir conmigo lo que sabían, lo que habían aprendido de sus ancestros. Un trabajo de formación profesional, sí, pero sobre todo un trabajo de encuentro con una cultura, una lengua, un paisaje y una forma de vida milenarias. Un trabajo que sólo ha hecho que empezar, porque cuento los días para reencontrarme con estas personas, y para conocer a muchas otras y seguir llenando el cuaderno de saberes mágicos y ancestrales. Porque quiero seguir escuchando historias de mujeres que cada noche de San Juan, antes de que amanezca, salen a recolectar flores de sabuco, tolonjina, menta, malvas… para confeccionar un ramo que luego dejarán secar y con el que harán saumerios para curar multitud de males. Porque quiero seguir escuchando historias de hombres que cuelgan en las cuadras piedras planas con agujeros naturales. Porque quiero seguir escuchando testimonios de gente que acude a curanderos y que bebe agua en el que han sumergido una piedra que salió del cuerpo de una culebra. Porque quiero que Luis, en su precioso aragonés panticuto, me siga contando los secretos que un día le contó su abuelo. Porque quiero seguir viendo ovejas negras en los rebaños, protegidos por mastines. Y porque quiero que las siguientes generaciones también puedan coleccionar remedios y palabras que se niegan a morir.

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Remedios de origen animal usados en etnomedicina y en etnoveterinaria

Caldo de lechuza para sanar las paperas, caldo de perros recién nacidos para los tuberculosos, lengua de culebra para la dentición de los bebés, o sapos vivos hervidos en aceite para curar las heridas producidas por los yugos en las caballerías… parecen remedios sacados del libro de Harry Potter, pero no, se trata de animales usados tradicionalmente en la medicina y la veterinaria popular.

[cml_media_alt id='615']pilmadores[/cml_media_alt]Navegando entre la bibliografía para un trabajo sobre etnoveterinaria, fui a dar con un libro del etnólogo Rafael Andolz titulado De pilmadores, curanderos y sanadores en el AltoAragón, publicado en 1987, en el cual se recogen distintos remedios utilizados durante el pasado siglo XX. Algunos llamaron mucho mi atención, como el conocido baile de la tarántula, llevado a la práctica en la zona de Monegros, donde las picaduras de tarántulas se curaban a base de música y coplas. Cuando una persona resultaba afectada por la picadura de estos arácnidos, se les llevaba a su casa y se les obligaba a guardar cama bien abrigados (con varias mantas y varios braseros cargados con las brasas del hogar). A la vez, en la alcoba, comenzaba la fiesta: se tocaba, se cantaba y se bebía sin parar, haciendo caso omiso a los gritos de la persona enferma. Al cabo de varias horas de juerga, y sobre todo era efectivo si el enfermo bailoteaba dentro de la cama, la enfermedad desaparecía. Rafael Andolz en su libro se pregunta si la efectividad de tan curioso tratamiento radicará en el sudor que provoca y que ayudaría a eliminar las toxinas. La explicación de los locales era que “la tarántula tiene como una especie de guitarra en la espalda y mientras tocan los músicos en casa del enfermo, la tarántula también baila y se agota”. En el Programa de Fiestas de Pallaruelo de 1977 aparecía un poema de Juan Barrieras que en una de sus estrofas decía así “Y si pica tarantula/ u le fiza un escorpión/ ta curalo de camino/ buscaban un tañedor/ y allí venga a bailar jotas/ la gente por t’ol redol/ y si había algún jotero/ tirar valiente canción/ y con otras mercancías/ aunque les en digo yo/ a persona no paicía/ y se le’n iba el dolor”. Curiosamente, este mismo baile para curar los atarantamientos se ha registrado también en el sur de Italia.

Además de este, aparecen en el libro muchos llamativos remedios, algunos de ellos de origen animal, como tomar el jugo derivado de macerar hígado de caballo o de ternera en vino fuerte para curar las anemias, atar a la cabeza del enfermo un palomo vivo abierto a lo largo para curar la meningitis, o el que llevaban a la práctica en Binéfar para evitar el dolor que tenían los niños cuando les salían los dientes, que consistía en que el padre del afectado debía coger una culebra, arrancarle la lengua y soltar la culebra otra vez, la lengua se envolvía en un paño que, con un imperdible, se colocaba en alguna prenda del niño. Los tuberculosos se curaban bebiendo caldo de perros recién nacidos, sólo que no podían saber de qué era el caldo, sino el remedio no surtía efecto, mientras que en Ibieca tomaban caldo de lechuza para las paperas. Por otrolado, en Arén, trataban las hemorroides de la siguiente manera: se vertía un lagarto vivo en aceite hirviendo, se deshacía todo, se le añadía espliego y grasa de cerdo y la mezcla se untaba por la noche durante tres o cuatro días, tiempo tras el cual, se curaban.

[cml_media_alt id='616']isard-275435_1280[/cml_media_alt]Tras descubrir esta curiosa obra de Rafael Andolz, y sin esperanzas de encontrar vivos en la memoria de los montañeses más remedios de este tipo, me llevé una segunda sorpresa, cuando una señora de Barbenuta me narró cómo curaban en su juventud las heridas que las caballerías se hacían con los yugos, y que consistía en hervir sapos vivos en aceite y después aplicar ese aceite, una vez frío, sobre las heridas para que cerrasen. Un señor de Yosa me confirmó que en su casa también se hacía, aunque sólo hervían la piel del sapo. En el Valle de Tena era muy común usar cuerno de sarrio para afecciones diversas, como las paperas, infecciones bucales, pulmonías de diversas especies o la fiebre de las caballerás; y en muchos lugares, empleaban las telarañas como cicatrizantes.

Aunque el uso de animales en etnomedicina y etnoveterinaria no esté justificado, resulta curioso que nuestros antepasados, a base de la técnica de ensayo-error descubriesen formas curativas que, siglos después, la ciencia explicaría, como por ejemplo, que la secreción mucosa del sapo tiene efecto anestésico local y además detiene las hemorragias o que las telarañas son buenas cicatrizantes porque estimulan el crecimiento y la actividad natural de las células en contacto con ellas y además están recubiertas con hongos que tienen acción antibiótica.

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El Saúco, una planta muy utilizada en la veterinaria popular altoaragonesa

La Sambucus nigra, conocida en castellano como saúco y en aragonés como sabuco o sabuquero, es un arbusto muy común en el Pirineo y en otras zonas de la Península Ibérica. Es de corteza suberosa, de color pardo en el tronco, de color ceniza en las ramas añejas y verde en los brotes del año. La flor es blanca y da unos frutos negros y carnosos.

El saúco florece a partir de abril, principalmente por San Juan, aunque sus frutos no maduran hasta finales de verano. Este arbusto se cría en sotos, setos, ribazos de huertos… entre los 500 y los 1.500 m.

El saúco es, probablemente, la planta más utilizada en la veterinaria popular altoaragonesa. Sus flores se recolectaban y se dejaban secar para disponer de ellas todo el año. Se usaban solas o formando parte del popular Ramo de San Juan. Este ramo se recolectaba la noche del 24 de junio justo antes de que amaneciese y se componía de flores de sabuco (Sambucus nigra), malva (Malva sylvestis), menta (Mentha spp.), tolongina (Melissa officinalis), rosas silvestres (Rosa canina), etc… Para que tuviera más poder se bendecía en la iglesia. Este ramo se dejaba secar, bien en los balcones de las casas, bien junto al hogar. Y se guardaba para hacer vapores o humos que se aplicaban en los animales enfermos.

[cml_media_alt id='571']sambucus nigra flor[/cml_media_alt]Los vapores o humos de sabuco o del Ramo de San Juan se podían obtener bien quemando la flor de sabuco en una sartén vieja para que se generase el humo, o bien hirviéndola en una perola de agua para producir los vapores. Se utilizaban para cualquier patología a nivel respiratorio, algunas enfermedades digestivas (empachos, diarreas, cólicos intestinales) y problemas a nivel de ubre (mastitis, mordeduras de víbora, secado…). También era eficaz en las inflamaciones de la glándula parótida (paperas).

Cuando se trataba de enfermedades respiratorias, digestivas o de la glándula parótida, se colocaba al animal enfermo una manta sobre la cabeza, y por debajo de los ollares se colocaba una sartén rusiente con la flor, o la olla con la decocción, para obligarlo de esta manera a inhalar los vapores. Para los cólicos, intestinales, hay quien hace incidir los vapores en el vientre del afectado. También era conocido el efecto de la mermelada de sabuco para patologías a nivel bronquial.

[cml_media_alt id='570']sambucus nigra fruto[/cml_media_alt]Si, por el contrario, se quería tratar una mastitis o una fizadura de víbora en la mama* , se colocaba la sartén o perola debajo de la ubre del animal. Para que la curación fuese más eficaz, después se cubría el cuarterón afectado con buro (barro arcilloso). Cuando lo que se quería era secar al animal, se hacían incidir los vapores sobre un trapo húmedo durante unos minutos y se aplicaban sobre las mamas.

Además, los humos del Ramo de San Juan también se utilizaban para desinfectar cubículos donde había muerto algún animal. También se hacía en las habitaciones de las casas en las que había fallecido alguna persona.

*Cabe aclarar que los informantes solían achacar cualquier inflamación de la glándula mamaria a la mordedura de víbora, cuando en la mayoría de ocasiones, la hinchazón sería de origen bacteriano.

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