![[cml_media_alt id='1376']Marcha contra la ganadería intensiva en Loporzano.[/cml_media_alt]](https://i0.wp.com/mallata.com/wp-content/uploads/2016/04/IMG_20160410_132448-1.jpg?resize=300%2C169&ssl=1)
Marcha contra la ganadería industrial en Loporzano.
En abril de 2016, la Plataforma Loporzano Sin Ganadería Intensiva organizó una marcha para protestar contra la instalación de dos explotaciones de porcino en este municipio oscense. La actividad, que pretendía dar a conocer el entorno para concienciar de su alto valor ecológico, reunió a más de trescientas personas y salió en varios medios de comunicación. El problema de las macrogranjas, no es exclusivo de Loporzano, y en otras zonas de la provincia de Huesca, como la Canal de Berdún, se ha conseguido, gracias al empeño de la plataforma Stop Cerdos Canal de Berdún, que los ayuntamientos pongan fin, al menos temporalmente, a la proliferación de este tipo de explotaciones. Sin embargo, gran parte de la gente que vive en las ciudades, lejos de los problemas del campo, no entiende la oposición a este tipo de producción.
Primero de todo: ¿Qué es la ganadería industrial?
La ganadería industrial es un tipo de ganadería intensiva, es una forma de producción ganadera muy tecnificada que busca producir al máximo en el menor tiempo posible. La ganadería intensiva se caracteriza por no estar ligada a la tierra, es decir, los animales no están pastando sino que se encuentran en naves bajo unas condiciones constantes de temperatura, luz y humedad creadas de manera artificial, por lo que no importa en qué parte del mundo se encuentren. Además, se utilizan animales de razas muy seleccionadas, conocidas como “razas industriales“, esto es, son animales que se han seleccionado para tener elevados rendimientos en muy poco tiempo, por lo que son propensos a padecer multitud de enfermedades. A diferencia de la ganadería extensiva, en la industrial los animales no interactúan con el medio en el que se encuentran, sino que son máquinas dentro de una industria.
Este tipo de producción se expande rápidamente dado que obtiene elevados rendimientos en poco tiempo, no le afectan las adversidades climáticas, y al depender de piensos, no le afectan tan directamente las malas cosechas o la falta de pasto como a otros tipos de producción. Por otro lado, la ganadería intensiva genera productos homogéneos durante todo el año, por lo que es más fácil comercializarlos.
Entonces, ¿qué tiene de malo la ganadería industrial?
![[cml_media_alt id='1374']Vecinos de Loporzano protestando contra la ganadería intensiva.[/cml_media_alt]](https://i0.wp.com/mallata.com/wp-content/uploads/2016/04/IMG_20160410_124054-2-300x169.jpg?resize=300%2C169)
Vecinos de Loporzano protestando contra la ganadería industrial.
El principal motivo por el que los vecinos de estos municipios se oponen a la implantación de granjas de porcino en su entorno, es por la contaminación que generan. Las deyecciones de estos animales pueden emplearse como fertilizantes, sin embargo, al ser un tipo de ganadería no ligado a la tierra, no se dispone de la superficie necesaria para esparcir tantos purines como se generan y un exceso de estos provoca contaminación del suelo y de los acuíferos por abundancia de nitratos (procedentes de las heces de los cerdos). Según la Agencia Catalana del Agua (ACA) el 15% de los municipios catalanes tiene problemas de suministro de agua por contener más de 50 miligramos de nitrato por litro de agua, límite que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar para el consumo humano. Para garantizar el abastecimiento de agua potable a la ciudadanía, el gobierno catalán invierte más de 6 millones de euros anuales, por lo que al final, la carne de cerdo, no sale tan barata.
![[cml_media_alt id='1375']Explotación intensiva de cerdos de engorde.[/cml_media_alt]](https://i0.wp.com/mallata.com/wp-content/uploads/2016/04/pig-11246_960_720-300x225.jpg?resize=300%2C225)
Explotación intensiva de cerdos de engorde.
Además, este tipo de producción, por sus características de cría, donde se encuentran muchos animales en poco espacio, y, por tanto, en condiciones de higiene y de bienestar deficientes, existe una rápida difusión de enfermedades, motivo por el que se suministran sistemáticamente antibióticos y otro tipo de fármacos a los animales, antes de que enfermen, como medida de prevención. A pesar de que en Europa existe un tiempo mínimo de espera que tiene que pasar desde que el animal es tratado hasta que va a matadero, siempre existe posibilidad de que queden residuos y se desarrollen resistencias. De hecho, según datos del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades Infecciosas en EEUU, se calcula que en ese país unas 23.000 personas mueren al año y unos dos millones enferman por virus y bacterias que han desarrollado resistencia a los antibióticos, debido a un uso excesivo de los mismos.
Por otro lado, estudios llevados a cabo en EE. UU. concluyen que este tipo de granjas destruyen el triple de empleos de los que generan, ya que al ser explotaciones muy automatizadas requieren muy poca mano de obra, y los trabajos que crea son de peor calidad, precarios y mal remunerados.
![[cml_media_alt id='1377']Cosecha de soja.[/cml_media_alt]](https://i0.wp.com/mallata.com/wp-content/uploads/2016/04/harvest-1033756_960_720-300x131.jpg?resize=300%2C131)
Cosecha de soja.
Como se ha comentado, al ser un tipo de ganadería no ligada a la tierra, su alimentación es en base a piensos. Estos piensos se componen principalmente de tortas de semillas oleaginosas (75,6%), constituídas fundamentalmente por soja procedente de América Latina, donde se deforesta la selva y se desplaza a las comunidades nativas para el cultivo de esta leguminosa. Según el informe Alimentos Kilométricos realizado por Amigos de la Tierra, “se estima que dado el consumo europeo de productos cárnicos y la dependencia de la soja del sistema de producción animal, Europa necesita cada año casi 11 millones de hectáreas cultivadas de soja, un área equivalente a toda la superficie cultivable de Alemania.” Este informe también señala que en 2007 se importaron en España 14,65 megatoneladas de piensos para ganadería, un 55% más que en 1995, que recorrieron 7.901 kilómetros de media, emitiendo 827.651 toneladas de CO2 a la atmósfera.
La ganadería industrial está acabando con la ganadería tradicional, muy ligada a la tierra y que contribuye a fijar población en el medio rural y a mantener el paisaje que nos rodea. Según la Asociación Trashumancia y Naturaleza, “cada oveja trashumante traslada diariamente unas 5.000 semillas y abona el terreno con más de 3 kg de estiércol, y cada vaca aporta 50.000 semillas y unos 30 kg de estiércol, a lo largo de unos 20 Km. diarios de recorrido. Por tanto, cada rebaño de 1.000 ovejas o de 100 vacas trashumantes dispersa más de 150 millones de semillas y unas 100 toneladas de abono, a lo largo de más de 500 kilómetros de valles, ríos, laderas, montañas y mesetas, durante sus desplazamientos de aproximadamente un mes caminando por las cañadas.” Por desgracia, este modelo de ganadería está en peligro de extinción, mientras las explotaciones industriales proliferan.
¿Y qué puedo hacer yo?
Como dice André Pochon, agricultor jubilado, en el documental Ámame enCARNEcidamente, “el consumidor es el agente que inclina la máquina hacia la sensatez o hacia la locura. Si el consumidor sigue tolerando cualquier cosa, la maquinaria no se detendrá. Pero si rechaza este tipo de producción, los fabricantes se verán obligados a adaptarse a la demanda”. Cambiando nuestros hábitos de consumo y siendo conscientes del origen de los alimentos que comemos, podemos inclinar la máquina hacia la sensatez y la sostenibilidad.