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Portada del libro Refranes ganaderos Altoaragoneses de J.D. Dieste
Este refrán es uno de los que aparecen recogidos en el libro “Refranes ganaderos Altoaragoneses” de José Damián Dieste Arbués, y fue recopilado en Abay (comarca de la Jacetania, Huesca). Otros refranes similares que también aparecen en el libro de Dieste son: Febrero, mala oveja y mal cordero, anotado en Larrés (Alto Gállego, Huesca) y si no por enero y febrero, cualquiera sería ganadero, de Rodellar (Somontano de Barbastro, Huesca).
Sin duda los tres hacen referencia a la estación más dura para la actividad pecuaria, el invierno. La falta de pastos y la mala calidad de los pocos que se encuentran en esta época del año, hacen que la oveja parida no tenga apenas leche para amamantar a su cría, por lo que, si las pocas energías que obtiene de la alimentación las destina a la producción de esa poca leche, lo que sucede es que ni la oveja tiene fuerza suficiente para salir ella adelante, ni con la poca cantidad de leche que da puede alimentar al cordero. Por esta razón, la sabiduría pastoril montañesa advierte de intentar agrupar las pariciones en primavera, cuando el pasto es mucho más abundante y rico en nutrientes, y se puede garantizar que las ovejas puedan producir la leche suficiente para sacar a los corderos adelante. Actualmente, dado el bajo precio que los productores obtienen por el cordero, la mayoría de las ganaderías ovinas no pueden conformarse con un único parto al año, por lo que se organizan para tener tres partos en dos años o cinco partos en tres años, lo que supone un mayor gasto en la alimentación para sacar adelante a las ovejas y los corderos de la parición de invierno (cubiertas en agosto-septiembre, cuando los días ya acortan), y obliga a ayudar a inducir el estro a las ovejas que se quieren cubrir en primavera, cuando los días son más largos, y que parirán para comienzos del otoño.
Sobre la mazada si no por enero y febrero, cualquiera sería ganadero, indica no solo la dureza por la que pasan los animales que paren en esa época, sino el rebaño en general, y, en consecuencia, el pastor. La falta de alimento obliga a hacer un mayor gasto en alimentación y a guardar forraje y heno para la estación invernal. En esta época, los animales están estabulados la mayor parte del tiempo, por lo que es más fácil que contraigan enfermedades respiratorias y/o digestivas, con lo que la persona encargada de la ganadería, debe invertir más tiempo en cuidar del ganado.
Si conoces algún refrán ganadero relacionado con el mes de febrero o con el invierno, puedes compartirlo en comentarios 😉