Voy paseando, escuchando mis pies chocando con la tierra, cuando, de repente, una hilera perfecta de hormigas, se presenta ante mí. Siempre me han fascinado. A veces, me siento a verlas pasar hasta que pierdo la noción del tiempo. Si un obstáculo aparece en su camino, tras un espacio de tiempo -a menudo inferior a un segundo-, lo sortearán para seguir su camino.
Ante todo,
son
comunidad.
Su objetivo es llevar alimento a su hormiguero, y saben que solo juntas pueden conseguirlo. Trabajando a ixena*, y a vecinal**.
Con frecuencia me preguntó porqué nosotros, los humanos, hemos perdido la costumbre de trabajar en, por y para la comunidad. ¿En qué momento de la evolución perdimos la raíz y dejamos de ser hermanos? La verdad, es que lo perdimos en una época reciente, pero los pesticidas vertidos en los campos, y los cultivos modificados genéticamente, nos han borrado los recuerdos y nos han hecho olvidar rápidamente. Muy deprisa, como nuestros ritmos de vida actuales.
El mismo ritmo al que hemos perdido nuestro sentido de pertenencia a una comunidad, es al que hemos dejado que mueran nuestras palabras, y extraviado nuestras semillas. Hemos olvidado que es la tierra la que nos da de comer, y que hemos de cuidarla y respetarla.
Hemos olvidado
que comunidad
es libertad.
Igual no sabemos, ya, encontrar el norte, y estamos dando vueltas sobre nosotras mismas, como las hormigas cuando se rompe la hilera, y no somos capaces de reconocernos en las otras, para volver juntas al hormiguero.
¿Seremos
hormigas
sin brújula?
Pero, mientras veo a las hormigas, pienso en algo que me alegra, que me hace recuperar la confianza en la humanidad: un grupo de gente ha decidido volver a la hilera, y, como las hormigas, abastecer a la comunidad de buenos alimentos, directamente traídos del campo. Lo han hecho sacando expresiones del baúl de yaya, escogiendo como nombre A vecinal; en forma de cooperativa, uniendo sus brazos y sus manos para acercarnos productos libres de químicos, de variedades locales, y de cercanía.
Como las hormigas que van y vuelven siguiendo el mismo trazado, las gentes de A vecinal, -que, por cierto, es el primer supermercado cooperativo de Aragón-, impulsan la economía circular.
Nuestras hermanas de A vecinal, son hormigas. Trabajando en silencio, y con las ideas claras, sin perder el norte, pensando en el sur, alargando sus brazos de este a oeste para dar un gran abrazo a la Tierra. Trazando camino. Trayendo vida al bullicio caótico y la oscuridad del hormiguero. Demostrando con pequeños gestos, que podemos dejar un mundo mejor que el que nos encontramos.
Cultivando un mundo
mejor.
Aunque A Vecinal lleva conectando el campo con la ciudad de Zaragoza desde diciembre, la inauguración oficial, abierta a todo el mundo, será este sábado 30 de marzo de 11 a 13.45. Habrá palotiau a cargo del Dance del Gancho, teatro de la mano de Imaquinaria Teatro, música con el dúo Mer Chanté y el Gigante Azul, muestra de productos, espacios infantiles, retratos con fotografía minutera con Rara Avis y animación con doña Acelga y doña Borraja de Caleidoscopio.
Ven,
porque solo juntas,
haremos camino.
*A ixena: expresión en aragonés que significa en cadena
**A vecinal: expresión en aragonés que significa trabajar en comunidad
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Muchas gracias Lucía!!
Muy bonito!
Muchas gracias Alain 🙂