La primavera se intuye, y hay una semilla que germina y que lucha por crecer. Sola, comienza a abrirse paso, rompiendo la tierra, poco a poco, al ritmo del sol, irá creciendo. Pero para nacer y crecer también necesita el agua. Y si no llega, luchará por encontrarla.
Hermana,
nosotras,
también somos así. Nos abrimos paso como las semillas. A primera vista parecen invisibles, pero que crecen con la fuerza de nuestras voces en un territorio lleno de vida que no deja de tejer comunidad gracias a nuestras manos y nuestras palabras.
También somos parte de la vida de nuestros pueblos: nana, raíz, latido. Y como esas semillas que se enganchan en la lana de las trashumantes para germinar a miles y miles de kilómetros de su lugar de origen, resistimos y luchamos. Y miramos a las que nos precedieron y sabemos porque no podemos callar más.
Dicen que el 8 de marzo es de todas.
Pero lo que se refleja en los medios y en las redes no suele ser así. Porque muchas veces nos quedamos en la superficie y no vamos más allá de las ciudades, y de nombrar y celebrar a mujeres de los círculos estrictamente culturales.
¿Dónde quedamos las mujeres rurales? ¿Cómo ? ¿Cómo sacar de la umbría lo que no se conoce? ¿Cómo valorar unas manos que trabajan pero que, a vista de muchos, siguen siendo invisibles?
Las mujeres rurales, en este sistema capitalista, tecnocrático y urbanocéntrico, hemos sido siempre doblemente marginadas, doblemente olvidadas: por ser mujeres y por ser rurales.
Mujeres rurales,
hermanas de un hijo único, mujeres de, hijas de, hermanas de, nietas de, sobrinas de…
Siempre en la sombra, pero llevando todo el peso. Dueñas de nada, pero encargadas de todo.
Ya va siendo hora de rendir homenaje al trabajo y al sudor de mujeres como nuestras abuelas y nuestras madres, que tanto trabajaron la tierra y que cargaron con la mochila a la vez de los cuidados domésticos a la sombra, en el más absoluto silencio.
Hay que nombrarlas una a una.
Servir de altavoz para que sus voces retumben.
Contar que también fueron: que son y serán mujeres fuertes de tierra que la mayoría de las veces no pudieron elegir ni decidir. Que a base de renuncias, creciendo en una casa construida sobre cimientos de desigualdad y machismo, nos abrieron vereda a las demás.
Y no:
no nos olvidamos tampoco de aquellas que hoy, aunque quisieran, no pueden hacer huelga ni venir a la manifestación.
Porque seguimos siendo nosotras las que cuidamos: de las personas, de los rebaños, de los cultivos, de los campos, los bosques y de los pueblos. Y — cómo no — no podemos olvidar a todas esas compañeras migrantes que trabajan en situaciones precarias llenas de abusos y machismo en nuestro territorio. Ellas, mujeres, rurales y migrantes, triplemente marginadas.
Insistimos.
Ya es hora de cambiar la forma de mirar.
Siempre estuvimos aquí. Trabajando la tierra, cuidando, siendo la raíz invisible pero esencial que hacía que el hogar siguiera en pie.
A pesar de lo difícil que lo tuvieron las que nos precedieron y de lo difícil que sigue siendo ahora.
No, no necesitamos que nadie nos salve.
Queremos espacios y altavoces: Estamos aquí, estuvimos: queremos seguir estando.
Queremos que la Administración no piense solo en satisfacer las demandas de las ciudades, porque nosotras también necesitamos servicios básicos. Queremos poder decidir si irnos o quedarnos. Queremos dejar de ser ciudadanas de segunda. Queremos soberanía alimentaria, ganadería extensiva y agroecología. Queremos crear comunidades, mantenerlas, ayudarnos siempre las unas a las otras. Sentirnos reconocidas y respaldadas.
Y queremos ser un ejemplo para las niñas del futuro, sean o no nuestras hijas o nuestras nietas. Queremos decirles que esta también es su tierra. Que esta cultura llena de animales, árboles, territorios y personas también es de ellas. Que de aquí venimos y es hacia dónde vamos. Porque no nos queremos ir. Porque creemos que otras formas de vida, de relación y de producción son posibles, más allá de este sistema explotador, y que nuestros márgenes tienen mucho que enseñar y que nutrir.
auzolan en euskera,
a vecinal en aragonés,
facendera en leonés,
sestaferia en asturiano,
roga en gallego,
a tornallom en valenciano,
a cumuña en cántabro,
treball a jova en catalán,
a vediau en aranés
a conceju en extremeño…
Trabajos comunales, manos que cuidan y ayudan. Una forma natural de trabajo para realizar muchas labores del campo o del entorno rural, en general, que alimentaban y daban vida a nuestros pueblos.
Ahora, más que nunca, tenemos que recuperar estas palabras, y — sobre todo — dar vida de verdad a todo lo que estas palabras de nuestro territorio contienen.
Tenemos que seguir tejiendo redes en el medio rural, contar, hablar, alzar la voz, ayudarnos las unas a las otras. Formar parte de la raíz y de las ramas.
Porque nuestro territorio no está vacío, por más que os hayáis empeñado en vaciarlo.
Porque seguimos aquí, porque estamos vivas aquí.
Por un feminismo de todas,
por un feminismo de hermanas de tierra.
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Puedes adherirte a nuestro manifiesto aquí. Juntas, mejor.
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La ilustración es de Cristina Jiménez. Podéis descarga para imprimirla aquí.
(Este Manifiesto fue escrito por María Sánchez y Lucía López Marco. Gracias a los consejos y anotaciones de Patricia Dopazo, Anna Gomar, Blanca Ruibal y Elena Medel. Y a tantas que habéis hecho llegar vuestras aportaciones.)
Este manifiesto está también disponible en los siguientes idiomas:
en aragonés
en asturianu
en catalán
en cántabru
en euskera
en extremeñu
en galego
en inglés
en portugués
Han apoyado con su firma este manifiesto:
Eva García Sempere
Ines
karina
Estela Rosa
María Isabel González
Myriam Far
Lucía Cobos González
Pablo
M Rosario García Barrigón
Laura Comín Ginés
Mentxu Ramilo Araujo
Marta
Celsa Peiteado Morales
Marta
Begoña Sierra
Pily Sebrango Velarde
amaranta
Tija
Beatriz
Lara
Julia
Luisa Puerto
Esther Chamorro
Marina
Virginia Hernández
Cristina Jiménez
María
Eva torremocha
Simiente Disidente
Ana
Gure Soroa
Chiara María Jiménez Cordero
Carmen Bendala
Beatriz Fadón Junyent
Laura Siles Ceballos
Irene
Raquel
Carmen López Herrera
Carolina
Aïda
Sira Rego
Carles
Imma Solé
Alicia
Alberto Cañedo Carpintero
Silvia Benedi
Cristina Ramos
Nuria Valcarcel
Lise bruffaerts
Nerea
Neus
Rosario
Emma Lage Cañellas
Susana Gómez Granell
Elisa Oteros Rozas
Maria
Leire Milikua Larramendi
Andrea de la Serna
Yolanda Sampedro
Pilar
Aurora
Ana Camas
monte orodea rivera
Laura Arroyo
Beatriz Gascó Verdier
Angeles Munarriz
Sara
Gertrudis Vargas
Pilar Praena Leal
Marisa
Luis Jiménez
Carmen Ibáñez Torres
Marga
Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias
Lourdes
Susana
Noe Prades
Maria jose
Mónica
Ana Mujica
Erika
Cristina Narro
María Ángel Aso
Almudena Rodríguez Martín
Helena Cifre
Lara Barros Alfaro
Marta Corella
Colectivu de Muyeres Rurales del Oriente d’Asturies
Cristina
qina
Antonino González Canalejo
Alba Fuertes
Margarita
Maria Luisa
Sara Herrera Peralta
Marité Lana Díaz
Isabel Salmerón
Andrea González
FRANCISCA CEPA PRIETO
leticia
Lidia Díaz Terán
Carol
Isaura
Imago Bubo · Rural Colectivo
Emilia Puyuelo Grasa
Gonzalo
Neus Tirado Gual
Anna Gomar
Esquellana
Daniela
Lorena Rodríguez Lucero
Patricia Almaguer Kalixto
Marta Belén
Lucía Ramos
Gabriel Leal
Laia
Natalia
Araitz
Mayte Agorreta Arrazubi
Lola Sánchez Caldentey
Tomás Miguel Ramírez
Asun
CAR — Centro de Acercamiento a lo Rural
Ana
María José
Jorge
Geraldine Bertolo
Blanca
Sara Pérez García
chiara
Lidia
Margarita Garcia
Kris Pereira’s
Sara Plaza
Clara Justo
Lola
Valentína
Lidia
Sonia Calvo
Yasmina SEGHIRATE
Kontxesi
Eva
Paula
Sonia
MARIA
Aida
Cristina Vaquer
TERE
Astrid Otal
Lidia Langa
Silvia Leal
Sonia
Marta Blasco
Laura Sánchez Mera
Marta Pascual
Maria del rosario sanchez diaz
Sheila Mena Arrabalí
Maddi
Mónica Herrera Gil
Jezabel Albelda
Adrián
Laura Martínez Núñez
MiriamVega
Marina Velez